EUROPA
PRESS
30 agosto
2018
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cerca de una vacuna contra el acné
Una investigación internacional
publicada en la revista 'Journal of Investigative Dermatology' ha
demostrado por primera vez que los anticuerpos contra una toxina secretada por
bacterias en el acné común pueden reducir la inflamación en las lesiones que
produce esta enfermedad. Según apunta el estudio, este nuevo enfoque
terapéutico es un "paso importante" para el desarrollo de una vacuna
contra el acné.
"Una vez validado por un ensayo clínico a gran escala,
el impacto potencial de nuestros hallazgos es enorme para los cientos de
millones de personas que sufren de acné vulgar. Las opciones de tratamiento
actuales a menudo no son efectivas ni tolerables. Se necesitan urgentemente
terapias nuevas, seguras y eficientes", explica el investigador principal
del trabajo, Chun-Ming Huang, del Departamento de Dermatología de la
Universidad de California en San Diego (Estados Unidos).
A pesar de que el acné no es una enfermedad potencialmente
mortal, su carga psicológica es alta. Es difícil de ocultar y suele afectar la
autoestima de las personas que lo sufren, especialmente durante la
adolescencia, un período de importante desarrollo físico, emocional y social.
Las lesiones y/o cicatrices de acné pueden persistir en adultos.
"Los medicamentos actuales son insuficientes y pueden
causar efectos secundarios difíciles de tolerar, que van desde la sequedad e
irritación de la piel hasta la depresión, pensamientos suicidas y mayores tasas
de defectos de nacimiento. Una vacuna contra el acné podría evitar los posibles
efectos adversos de los retinoides y antibióticos tópicos o sistémicos, las
opciones de tratamiento actuales", indican los responsables del estudio.
Esta vacuna sería la primera en dirigirse a las bacterias
que ya están en la piel humana, en lugar de invadir los patógenos. Después de
demostrar por primera vez que el factor Christie-Atkins-Munch-Petersen (CAMP), una toxina secretada por la bacteria 'Propionibacterium acnes', puede inducir respuestas
inflamatorias, los investigadores exploraron en ratones y ex vivo en células de
piel humana si podrían inhibir la inflamación mediante el empleo de anticuerpos
para neutralizar este factor de virulencia. Sus hallazgos muestran que la
aplicación de anticuerpos monoclonales al factor CAMP 2 efectivamente disminuyó
la respuesta inflamatoria.
"Al abordar una necesidad médica no satisfecha y
proporcionar un enfoque atractivo, las inmunoterapias
contra el acné que se dirigen a los factores derivados de P. acnes deben
diseñarse cuidadosamente para evitar perturbaciones no deseadas del microbioma que garanticen la homeostasis de la piel. Se
debe determinar si las vacunas dirigidas a factores CAMP afectarán o no a
múltiples subtipos de esta bacteria y a otros comensales, pero la inmunoterapia
contra el acné presenta una vía interesante para explorar", señala
Emmanuel Contassot, del Departamento de Dermatología
del Hospital Universitario y la Facultad de Medicina de la Universidad de Zúrich (Suiza).
Según apuntan los investigadores, la elección del antígeno
al que se dirige es "fundamental", no solo
como un factor "determinante" de la eficacia de la vacuna, sino
también para minimizar los posibles efectos involuntarios o la reactividad
cruzada que deterioran el equilibrio microbiano y la homeostasis de la barrera
cutánea. Los estudios futuros abordarán estos factores y se enfocarán en la
ingeniería de una formulación de una vacuna para su aplicación humana.